miércoles, 14 de agosto de 2013

"La memoria de lo perdido".


(Fotografía: Gustavo Peralta). 



Buena parte de lo que forma parte de la vida está en vías de desaparecer o pende de un hilo demasiado fino, demasiado deshilachado. O, tal vez, sólo se sostiene por una mano temblorosa que debe hacer demasiado esfuerzo para aferrarlo. Objetos, sí, cosas. Funciones, también. Lugares. Y también atmósferas: el cuerpo en determinados sitios realizando acciones o funciones con las cosas. Los olores. La gestualidad perdida. Un cierto tono de voz. Una cierta manera de mirarse. 

Los boticarios, las máquinas de escribir, los paseos sin compras de los sábados, los libreros furiosamente lectores a los que no quisiéramos distraer, los aromas específicos –por ejemplo el del primer sexo, el segundo anterior al primer beso, el regreso del padre desde el trabajo-, las cartas largas con posdata, los cambalaches, los abuelos vivos o sus relatos o sus ensueños, las pelotas de trapo y las de cuero, los perros sueltos, los vendedores ambulantes, los lustra-botas, los trueques sin medida, los sonidos que se incorporan junto a nosotros los domingos por la mañana, la claridad del cielo, las ignorancias de todo tipo, el enigma de la desnudez, el almidón sobre la ropa, el arreglárselas como se pueda, el olor del libro abierto, el silencio horizontal de las tardes, la silla en la puerta de las casas, la vecindad como exploración de nuevos mundos, el viaje como travesía, los carnavales desorganizados, la política como pasión amorosa, la experimentación del clima cuando ya era irreparable, los condimentos del arroz con leche, la aventura de la huída, el horror a la tormenta, el bar con nombre a escritor, mi mano en la mano de mi madre, las visitas sin comienzo ni conclusión, los anuncios que se limitan a la cosa en sí y no intentan dominar el mundo, el mundo ancho y ajeno, los cristales, la música o los libros que se descubrían sólo por las amistades, los cementerios ocultos, los senderos que nadie transita, los destinos imprevistos, el olor a carbón y a leña, la pérdida siniestra de un cuaderno, la infancia no interrumpida, la siesta de la casa y de las personas, los frascos de la droguería que no son antigüedades, ciertos viejos modales, el sueño en blanco y negro, el escuchar a los ancianos, la sábana dura, el color sepia, el primer sol sin protecciones, el barro de las calles, las angustias inconfesas, los dolores personales, la humedad severa, el ruido sanguíneo de las cañerías y los calefactores, la llamarada más roja que azul, los relojes grandes, la muerte sin espectáculo, el secreto conservado, la exactitud de los peligros, el roce de los pies sobre la arena, el ruido del brazo de la púa al apoyarse sobre el disco, los acordes inéditos, la invención de las mentiras, el paso de los niños de la escuela deteniendo el tráfico, las voces singulares ahora confundidas, la confesión del temor, el poder cavar agujeros, la televisión con cuatro canales, la radio como la voz de las paredes, el juego interminable y sin instrucciones, el tesoro de los altillos, la languidez sin propósito, la lectura con la luz debajo de la frazada, el trompo errático, las medicinas amargas, el olor a colonia, el regresar cuando otros salen, las aventuras escuchadas en las peluquerías, las muñecas y muñecos de porcelana, el reflejo de los pasos contra los ladrillos mudos, el tiempo que era otro porque aún era de cada uno. 

Lo que desaparece de la vida no siempre reaparecerá en la vida de los demás. Si no se escribe es posible que nadie lo recuerde jamás. La memoria de lo perdido requiere desatención. 

Recordar es la más bella de las ficciones. 

3 comentarios:

  1. ... El olor del libro abierto.. La claridad del cielo.. El silencio horizontal de las tardes.. "la política como pasión amorosa"... "El bar IBERIA con nombre a escritor"...Los senderos que nadie transita..... El roce de los pies sobre la arena.. La lectura con la luz debajo de la frazada..
    -- Recordar es la más bella de las ficciones...
    Hermoso escrito... mis pensamientos, y mis recuerdos danzan ahora, .. en mi imaginación ......... Delicadamente bello.

    Lau San 14 de agosto de 2013

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  2. Ya que me llevaste de viaje a tantas sensaciones perdidas,agrego, para contarte nomás. El olor del panecillo de la merienda de la escuela, aquél durazno de verano, el olor a jazmín del país en el patio de la casa de la abuela, el olor a tiza del aula de primaria, el primer cigarrillo espantoso que intentamos escondidos en el baño, jugar a los fantasmas por la noche en los patios, las fogatas de San Juan y San Pedro. El pan con manteca y la leche en casa de otros niños. Mi padre, que reparaba tractores, leía novelas policiales y jugaba al ajedrez en nuestro patio con los amigos de mi hermano mayor. Y en el patio, los juegos bajo la lluvia de verano.
    Gracias por tu entrega, disculpá la mía, estoy de viaje involuntario.
    Norma B.

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  3. Un abrazo, maestro. Ya pasaron dos horas, quizás un poco más, la Comisaría en agosto no resulta más afable. En cola para renovar ese documento que aglutina mis identidades, Dni, funcionarios agarrados a la plaza que no a la función, nos pastorean desinteresadamente. El tedio me acercó a tú blog, ahora una sonrisa cuelga de mi boca, miradas inquietas, extrañadas me devuelven incomprensión. Gracias por tus palabras,me.hicieron volver a Derrida y el archivo, a la par aquella recopilación El primer trago de cerveza... un saludo

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