domingo, 11 de agosto de 2013

"Escribir, en ocho notas".

(Fotografía: Iván Castiblanco Ramirez). 

I- Escribir, también se escribe de rodillas. No acuclillado. Ni inclinado. De rodillas, como pidiendo perdón a todo lo que no será nombrado. Sin embargo, lo innombrable es lo que induce y seduce a la escritura, una y otra vez, tocando con la punta de la lengua lo que está fuera de la lengua. Escribir es merodear con la voz todas esas palabras deseosas de silencio.

II- Escribo. Entro a las palabras como un niño al centro revulsivo del océano. Miro cada uno de los pasos que me pasan, me detiene cada sombra que no es mía, afirmo el gesto de los vivos y de los muertos que me enseñaron a hablar. Soy un efecto de cada palabra que escucho.  El defecto de todo lo que no alcanzo a oír. 

III - Escribo para pronunciar esas palabras que son despojos de la sangre fría. Para no mirar con ojos de águila sino de esfera. Para inventar lo que acaba de descubrirme desnudo. Para espantar al dolor sin confrontarlo. Escribo para anochecer en día y para madrugar en tarde. Escribo pisando arenas movedizas y nubes a la deriva. Escribo para confesar lo inoportuno. Para darle lentitud a la quimera. Para hablar con las almas en tumbas, con cada lirio, con los vagabundos y sus perros. Escribo para imaginar lo que aún no he sido. Para escapar de mí y  pocas veces reencontrarme. Escribo para amar lo insoportable.

IV- Escribo para desconocidos como si yo fuera un pianista de hotel, un viejo guionista de radio, un aún más viejo empleado de telégrafos, un fogonero de un tren que no sabe cuál es la partida y cuál el  destino. Un enano de circo, en esos días en que no hay función.

V- Aquello que se escribe, se deja. Dejar quiere decir abandonar, apartar. Pero también: donar, dar. Dejo una palabra para que te quedes a mi lado o para que te quedes si quisieras o para perder la palabra o para que me pierdas de vista. Escribir es hacer que las palabras decidan sobre su propia mirada. 

VI- Todo lo que quisiera escribir está aquí, en el sonido que todavía es aire previo, gesto de piel desnuda. Luego el mundo es una pasión desordenada y ya se sabe lo que ocurre: las palabras se distraen, danzan, desacuerdan con todo punto de partida. El lenguaje sale a conversar con desconocidos; el lenguaje es una voz que escucha. Las palabras concluyen a su modo.

VII- Escribo porque no comprendo. Para repetir una y otra vez esa encrucijada de palabras con la que no logro descifrar el tiempo. Escribo para recordar sonidos que de otro modo se perderían en el lodo vertical de la memoria. Para invocar y provocar gestos de amor de los que no soy capaz si no escribiera. Escribo porque al despertarme quisiera agradecer los ojos abiertos. Para mirar de pie lo que está demasiado lejos. Para escuchar qué es lo que ha quedado en la punta de la lengua. Escribo para renunciar al abandono y para tocar con las manos sigilosas la espalda tibia de alguien que aún no ha muerto. Para que la noche no sea siempre tarde. Para adelantar la piel y para demorarla. Escribo. Y aún no soy capaz de decir nada.

VIII - Escribir. Para que la lengua no muera. Para que la lengua que pronuncia su lengua no se envenene a sí misma. 

5 comentarios:

  1. Una escritura así provoca una lectura humildemente acorde. Sinuoso y placentero es mi camino al leer sus escritos, ir, venir, sentir, releer, lo que dicen, lo que ocultan, lo que entrega generosamente y lo que recibo gracias a la mirada que decidió cada palabra. Ahora entiendo, esas palabras danzan.

    Katy

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    1. Gracias Katy. Ninguna danza es solitaria. Es necesario que el acorde resuene. Y yo siento gratitud por tu lectura.

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    2. Lectura que sería imposible sin sus acordes. Muchas gracias a Ud. Cariños.
      Katy.

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  2. Gracias por compartir tus textos, Carlos. Leer tus textos es siempre un placer, y un viaje de emociones y sensaciones por entre las líneas que constantemente nos remiten a pasados, presentes y, por qué no, futuros. Me gusta cuando dices "Escribo para imaginar lo que aún no he sido. Para escapar de mí y pocas veces reencontrarme."
    Alejandra Vázquez

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  3. Gracias Alejandra, insisto en el "salirse" de la escritura, en el desconocerse. Gracias por tu placentera lectura.

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